viernes, 28 de junio de 2013

VER NORMAL LO QUE NO ES NORMAL

Según yo lo veo, este es el principal indicio de que una sociedad empieza a degenerar: Cuando se confunde lo normal con lo habitual y cuando se ve normal lo que no es normal.

El presente artículo juega con unos conceptos un tanto filosóficos puesto que...¿qué es "lo normal"? ¿quién dicta lo que es o no es "normal"?

Como yo de semántica sé lo que he estudiado o lo que he aprendido a través de la sabiduría popular o del lenguaje de la calle (aunque ahora no es un buen momento precisamente para aprender de ese contexto), prefiero utilizar la definición que da nuestro querido diccionario de la R.A.E sobre lo que se entiende por "normal":

 
 

1. adj. Dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural.

2. adj. Que sirve de norma o regla.

3. adj. Dicho de una cosa: Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano.
 

(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española en su vigesima segunda edición).
 

A mi particularmente me ha gustado mucho la tercera acepción.

Bueno, pues en España en estos instantes nos encontramos en un estado de empezar a ver auténticas salvajadas como normales y, amigos míos, que una cosa sea habitual no quiere decir que sea normal.

Voy a poner algunos ejemplos que me resultan muy significativos:

Empecé a madurar esto cuando una vez, conduciendo por la "Carretera de los Pantanos" dirección a Cadalso de los Vidrios, una carretera bastante estrechita y con muchas curvas limitadas a un máximo de 60 por hora (si mal no recuerdo), monté una caravana de coches considerable por circular a esa misma velocidad, 60 km/h.

Cuando salimos a autopista, me adelantaron varios coches y me empezaron a pitar de manera furiosa, poco más o menos como si transportara a los cadaveres de sus madres en el maletero y los fuera exhibiendo. Recuerdo especialmente a una chica que estaba de "tomapanymoja" que me hizo con la mano un gesto en plan "estás pisando huevos" a la que correspondí con el deseo de que revisara otro tipo de huevos en mis partes bajas.

Si analizamos esta situación, y dando por hecho de que probablemente sí que pudiera haber pegado el acelerón y haber tomado las curvas a mayor velocidad, el concepto que todos aquellos tocapelotas sacaron de mí es que yo era el que estaba equivocado y que "lo normal" era haber tomado las curvas a 80 por hora, como mínimo.

Pues bien, aunque "lo habitual" hubiera podido resultar eso, eso no quiere decir que, siguiendo a la definición 3 del diccionario de la RAE, ese acto sea necesariamente normal, puesto que no sigue a la norma ajustada de antemano (60 por hora).

Vamos con otro ejemplo:

Nos estamos acostumbrando peligrosamente a ver como "normal" en las empresas el hecho de que un trabajador mileurista (si llega) haga horas extra sin cobrar. Es más, es probable que se viera con malos ojos el hecho de que ese trabajador se largara a su hora estipulada, pongamos a las 19 horas de la tarde (que ya es tarde) y no se quedara terminando lo que tiene que terminar o, yo prefiero decir, lo que debería terminar otro al que no quieren contratar. Es tal la sinrazón que, en el mejor de los casos y, si aquello se volviera a repetir a diario, ese trabajador fuera despedido de la empresa y que ese despido improcedente fuera justificado como falta de implicación por parte del trabajador puesto que, claro, sus compañeros hacen horas extra y, como las hacen, eso que es "habitual" se convierte en "lo normal" con el agravante de que, en este caso en concreto, "lo habitual" viene sesgado por el miedo a hacer porque eso deje de hacerse, para que deje de ser, primero "normal" y después "habitual".

Es, por tanto, un juego sibilino muy recurrente en las empresas.

Un último ejemplo, también personal, como el primero:

En el mundo de la educación se empiezan a dar por buenas situaciones que rozan el más puro surrealismo.

Nunca he llegado a entender en cinco años que trabajé en un colegio de una zona muy deprimida de Madrid cómo cuando uno se quejaba en plena evaluación del bajo rendimiento de los alumnos, especialmente de aquellos que presentaban un desfase curricular, había un grueso del equipo docente que aducía argumentos como "Pobrecito, no les suspendas; bastante hace con la situación que tiene en casa".

Gracia también me hacía cuando, dentro de la mediocridad reinante (no se entienda la palabra mediocridad como ofensiva, vease el diccionario), alguien decía que tal o cual alumno, que realmente en la época de la E.G.B hubiera pasado como un estudiante de los normaluchos, se le tildaba de genio o de "alumno brillante" cuando, en honor a la verdad, esto era poco más o menos como decir que "en el país de los ciegos, el tuerto es el rey". No, yo siempre confié y confio en el potencial del cerebro humano y en la capacidad de esfuerzo y de supervivencia y por eso siempre consideré que ese tipo de comentarios no eran "normales".

No es "normal", por poner un simple ejemplo, que un alumno llegue tarde todos los días a clase porque su madre se queda dormida y, si encima le echas la bronca o le castigas, venga su familia como jauría de lobos a protestar, como tampoco es "normal" que en una Educación Primaria suspenda varias asignaturas o que se dedique a no hacer nada en su casa por las tardes sin que sus padres se preocupen lo más mínimo y todo ello sí se perciba por parte de muchos compañeros de trabajo como "normal" o que se vea "normal" que no se pueda tomar ninguna medida o que se asuma como "normal" que, dadas las circunstancias del contexto, esto es lo que hay y no tiene solución humanamente posible.

En una ciudad como Madrid, capital de España, en un sistema educativo que, a pesar de los recortes, todavía tiene recursos potenciales para apoyar a este tipo de alumnos, no es "normal" que se den estas situaciones de manera tan precoz y que nadie haga nada por muy "habitual" que sea en determinados barrios. Yo, al menos, siempre lo vi así.

Aunque si hablamos de educación, ¡hay tantas cosas que no son "normales"!

Son sólo tres ejemplos de la tendencia de verlo "normal" todo. Esto es algo lógico considerando que desde la clase política dominante ya no se disimula siquiera el robar, engañar, estafar, defraudar o especular, algo que abre la veda para que mentes, de por sí muy arraigadas a la España de los bandoleros y llevadas por el egoismo que reina en la sociedad presente, hagan su "agosto" no dando tickets cuando haces una compra, no informando al cliente de un banco sobre qué tipo de inversiones se hacen con su dinero, no prestándose de manera generalizada un servicio de calidad a los clientes sin que nadie diga ni haga nada, cuando un portero de discoteca le pega una paliza a un chico en una puerta sin ser personal reconocido de seguridad, cuando un trámite burocrático que puede resolverse en diez minutos tarda dos o tres años en resolverse, cuando la clase alta paga los mismos impuestos que la clase media o baja en este país, cuando el fontanero no te quiere cobrar el I.V.A por una chapuza que te ha hecho en casa, cuando la comida no pasa los controles de calidad que debería pasar, cuando se da de alta a un enfermo en un hospital público, cuando los pasajeros del metro de Madrid taponan la salida o cuando montan escándalo en un vagón bebiendo alcohol, consumiendo drogas y chillando sin que nadie haga o diga nada...Y un largo etcétera de cosas que son "habituales" pero que deberíamos empezar a plantearnos si queremos seguir percibiendo como "normales" de cara a construir una sociedad solidaria y responsable.