viernes, 6 de julio de 2012

GAME OVER

Oh, la, la...la vida: "GAME OVER"



Cuando el gato nocturno empezó, las cosas iban mal con mi vida amorosa...Resucité y volví a morir. Hoy, las cosas aún siguen siendo peor.



"La conocí en mi barrio de pura casualidad. Bueno, yo sabía que podía ser para mí, aunque no tenía por qué resultar fácil. Surgió el chispazo y empezamos a salir que si sí que si no. Confieso que la cagué desde el comienzo porque la chica me gustaba, pero las voces "amigas" ensordecían la voz de mi corazón con chismorreos, cotilleos y confidencias. Bien, me pudo la presión y tampoco sabía muy bien qué es lo que a ella le interesaba de mí. Tuve miedo...para qué negarlo. La muchacha se cansó de mí y me mandó a la mierda (por sms, como los adolescentes del s. XXI, salvo por el detalle de que ella está en la tercera decena, como quién suscribe).

¡Cristo! Tenía una espina clavada en el corazón. No pude cogerla de la mano y decirla que la quería. Traté de quedar con ella para hablar, pero no quiso. Fue una noche de enero cuando me vacié y la dije la verdad: Que era un jodido acojonado con miedo al compromiso. Siempre agradeceré que me perdonara. Volvimos a estar juntos, pero esta vez sin juegos, esta vez iba en serio, sin miedos.

Entonces empecé a creer en ella. Su vida parecía muy acomodada, se diría que fácil, pero no lo era tanto. Empezó a interesarse más por mí, quería realmente conocerme a fondo y yo a ella. Todo fue bien durante unos meses, meses en los que llegué a pensar que esa sí que podría ser la chica de mis sueños y yo su guerrero sin armas. No era una opción, aquello estaba siendo una realidad. Volvía a querer estar con una persona tras una relación tormentosa en el pasado.



Pero, como digo, su vida no era fácil: Había de fondo historias familiares truculentas que la marcaban, en cierta manera  historias muy comunes a las de otras chicas que he conocido. Parecía que buscaba un escuchador en vez de una pareja. Me contaba sus historias, sus inquietudes, sus problemas y yo la escuchaba. Tal vez hubiera deseado que me inmolara por ella, tal vez pensaba que no me implicaba lo suficiente, tal vez que sólo la oía....Lo cierto es que la escuchaba y me sentaba mal el hecho de que no fuera plenamente felíz; pero me sentía a remolque, como si ella no tuviera que dar, siempre recibir, nada que demostrar y yo...justo al contrario.

Hubo un día en que sonaron todas las alarmas: El día que me dijo que si ella no estaba bien a lo mejor no podía estar con nadie. Aquella frase lapidaria ya anunciaba tormenta. Esa tarde discutimos, no de mal rollo, pero lo hicimos. Al parecer se encontraba agobiada con la rutina diaria del parado, pese a que tenía un buen trabajo esperándola en tan sólo unos meses a la vuelta de la esquina. Y es que ella contaba muchas cosas, pero nunca contaba las cosas importantes, nunca hablaba de sus miedos, sus miedos reales, siempre tapados y ocultos.

Otro día se encontraba triste porque su abuela se encontraba ya muy enferma, al borde de la muerte. El caso es que todo iba bien. La cosa no iba conmigo, todo estaba en ella y yo la escuchaba y la apoyaba, aunque obviamente ella no sentía eso, tal vez deseaba un martir que sufriera sus penas con la misma intensidad, pero el caso es que la escuchaba y la apoyaba, la escuchaba y la apoyaba, la escuchaba, la escuchaba, la escuchaba....

Pero todo parecía marchar bien. El último día que la ví fue uno de los mejores de toda nuestra relación. Estuvimos por el centro de compras y después cenando. Me abrazaba, me decía que me quería y yo sonreía a su lado planificando juntos el siguiente fin de semana. Nos despedimos entre risas en mi calle tomando sentidos distintos al anochecer.



Y al día siguiente, estando en el trabajo, recibí cinco o seis mensajes a mi móvil. Era otra vez ella diciendo que era mejor dejarlo, que con todos sus problemas estaba agobiada por todo y no estaba preparada ni con ilusión para estar con nadie, que ya lo hablaríamos en persona, que era horrible volver a dejarlo así, pero que sólo quería estar compartiendo con su abuela sus últimos momentos.

Lo que incluso parecía una ruptura con una excusa loable, se convirtió en una pesadilla, pero me negué a pasarlo tan mal como lo pasé la primera vez que me dejó, porque, en esta ocasión, yo no había hecho nada, no tenía por qué padecer ningún sentimiento de culpabilidad. A partir de ahí....silencio. Pensé que si una vez la recuperé, esta vez podría volver a hacerlo. El caso es que ella cerró todas las vías de acceso para poder conseguirlo: No contestó a ni un sólo mensaje, salvo a uno de ellos, con una frialdad tal que anunciaba la derrota, no quiso llamarme, no quiso, en definitiva, hablar conmigo. Huyó, tal como huyó la otra vez. Tuvo miedo de mí, no sé muy bien que pensaba que la iba a decir o qué, incluso, la iba a hacer. No sé exactamente que tipo de fantásía elaboró en su cabeza, por qué se auto convenció de que yo era el malo de la película, ni sé qué diablos pasaría la siguiente mañana de nuestro último día juntos....El caso es que algo pasó para que ella desapareciera.

El pretexto de la abuela enferma se venía abajo con el paso de los días y la insufrible agonía que produce un desengaño amoroso, el peor dolor que puede padecerse. Entonces comprendí que aquello era una patraña...había dejado de quererme, si es que alguna vez me quiso de verdad, demostrando la fragilidad de las palabras de una mujer, como yo siempre he escrito en mis poemas. La historia se repetía de nuevo...

 Una vez me la encontré de casualidad en el parque de en frente de su casa y, dudando si era ella, me acerqué a comprobarlo para, en tal caso, poder tener la oportunidad de hablar las cosas. Al verme, salió caminado y alejándose de mí sin ni siquiera cruzar conmigo una palabra. Después, escribió en una red social un comentario que rezaba qué  su ex la perseguía y otro ´más en el que insinuaba que yo era un psicópata.






La mandé una carta de despedida. Tres semanas después, con la necesidad de evadirme de sus recuerdos, la escribí un mensaje para preguntarla si quería recuperar todas las cosas que me prestó y hacerla saber que, de igual manera, me gustaría recuperar las mías...Mi contestación fueron, nuevamente, el insulto, la mentira y la descalificación a través de Twitter.

Al ver aquello, indignado, metí todo en una caja y se la envié por correo. Nunca llegó a recogerla, a cambió me escribió un último mensaje clamándome que la dejara en paz, diciéndome que estaba loco, probablemente porque eso es lo que a ella le interesaba utilizar para tapar su sentimiento de culpabilidad.


Después de aquello, tuvimos el final menos deseado por mi parte....Como un misil Tomahawk que todo lo destruye, la replique haciéndola saber lo mucho que me avergonzaba de haberla conocido...


Y en todo ese proceso, la chica que dejó al chico por su desgraciada situación personal e incapaz de entablar una nueva relación, pasaba sus días persiguiendo a un franchute y viviendo en su mundo de fantasía mientras yo vivía mi cruda realidad.


Y esta es la historia de un perro muerto y, además, apaleado..."


Han pasado un par de meses de todo esto y mentiría si dijera que no me siento decepcionado, pero, con todo y con eso, cuando una persona con la que has tenido algo bonito y que te ha hecho felíz en un momento determinado de tu vida, te deja, tienes la opción de sentirte como un trapo tirado a una papelera o quedarte con lo bueno de esa persona y no guardarla ni siquiera rencor, todo lo contrario. Lo increible de todo esto es que piense así a pesar de lo que de forma unánime opinan los que conocen esta historia...A todas esas personas que entonces me apoyaron...Mil gracias! Ellos saben que soy un hombre con fortuna, salvo en esto del amor...


Escribí una trilogía de poemas durante mi relación con ella.


Mi pequeño bonsai: Hoy la entrada más leída de mi blog con mucha diferencia. Lo escribí cuando me dejó por primera vez. Ella lo leyó cuando retomamos y creo que con satisfacción.
Árbol caído: Escrito nada más dejar la relación. En este poema se albergaban todavía esperanzas de poder volver a levantar el arbolito caído.
Leña negra: Se escribió una vez que las pocas esperanzas que tenía terminaron por quemarse.
El hilo argumental de estos tres poemas es el mismo. La explicación es sencilla: Recuerdo habérla regalado un bonsaí para que lo cuidara apenas unos días antes de nuestra primera ruptura. Me acordé de esta plantita cuando se produjo y traté de buscarle un simil al bonsaí con la chica a la que amaba: Pequeñita y frágil.
En "Mi pequeño bonsaí" me reprochaba a mí mismo el cómo pude haber estado tan ciego, cómo pude no haber apreciado lo que tenía, pero guardaba la esperanza de volver a correr junto con la niña alrededor del pequeño arbolito.
En esa misma línea se encontraba "Árbol caído" si bien en este poema ya se narra la espera bajo el tronco de un árbol arrancado.
En "Leña negra" se narra un incendio producido en la madrugada en la que todo terminó y cómo en mitad del valle decido tomar y seguir mi sendero, de nuevo solitario.


He querido escribir esta entrada como testimonio de lo que he vivido estos últimos meses y de lo que he hecho, creo que una de las cosas que sé hacer....Escribir.






Finalmente, quiero dejarlos una de cita de Bukowski que logró estremecerme cuando hace poco las leí y un vídeo de una canción que me dejó gratamente sorprendido por la sinceridad de su letra, curiosamente el mismo vídeo que ella me dedicó a mí tras su ruptura, siendo esta la canción que precisamente yo siempre le hubiera dedicado a ella.

 (pinchar sobre la palabra "vídeo")




—Perdí a una mujer.
—Tendrás otras y las volverás a perder.
—¿Adonde se van?
—Prueba un poco de esto.
Era una botella metida en una bolsa. Me tomé un trago. Era vino oporto...

Charles Bukowski: "Factotum".



INSERT COIN


















1 comentario:

  1. He querido escribir esta entrada, no como una venganza personal ni como una forma de mantener vivos los reproches.

    Si he querido escribir esto es para que todos aquellos que lo leaís reflexioneís sobre nuestros propios errores, la propia debilidad que muestra el ser humano cuando de gestionar conflictos amorosos se refiere.

    La falta de comunicación, de diálogo, el no ser sinceros con nuestros propios sentimientos, el forzar situaciones...Nos llevan a la confusión, y la confusión nos lleva a las faltas de estilo.

    Las faltas de estilo nos llevan a cometer errores guiados por nuestro egoismo, por nuestra necesidad de liberarnos de esa relación que pensamos que no nos conduce a nada. En todo ese proceso, las faltas de estilo rompen con el respeto que todos merecemos, más la persona con la que has compartido lo más sagrado que tienes, tu cuerpo.

    Y cuando el respeto se pierde, ya no queda nada que la muerte de ese amor pueda llevarse.

    Después de eso, la indiferencia...Game over.

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