domingo, 1 de mayo de 2016

Y TÚ...¿DE QUIÉN ERES?










Resulta inevitable pensar que vivimos en un mundo en el que parece que si no perteneces a un determinado grupo social, en su amplio o reducido espectro, eres un personaje extraño, por no llamarlo friki.

Veo natural, pero a su vez detesto que la gente ande siempre preguntando si eres del Madrid o del Atleti (o del Barca, depende de cómo marche el Atleti entonces). Que si tiras más para la izquierda o para la derecha, que si eres creyente o no...cabe devolver la pregunta diciendo, ¿a ti te importa mucho eso? Pero luego uno piensa, y piensa que es natural.

Efectivamente es natural. El mundo es muy grande, vivimos muchas personas en él y la tendencia natural del ser humano es a clasificar. Tenemos cientos de clasificaciones de animales (que si son ovíparos, vivíparos, carnívoros, herbívoros, omnívoros, vertebrados, invertebrados...etc.). No es de extrañar, de este modo, que tratemos de clasificarnos a nosotros mismos también. Lo hacemos en clases o grupos sociales, en sexos, razas, culturas, religiones, ideologías y a partir de ahí...empleamos miles y miles de criterios extra a cada cual más extravagante para continuar clasificándonos.

Y eso, inevitablemente, la tendencia a encasillar, agrupar, clasificar, segregar...acaba troceándonos los unos a los otros, nos acaba separando, nos vuelve insignificantes....como jodidas partículas ridículas.

Siempre he tenido la sensación de que la gente trata de clasificarme, a mí especialmente. Puede ser solo una sensación, ya que tendemos a sentirnos especiales por lo que tratan de hacer contigo los demás o, que también podría ser, a sentir que somos especiales y a dárnoslas de independientes negando todo tipo de pertenencia a un club o a otro.
Puede que sea sólo una sensación...o puede ser que todavía haya gente realmente independiente, objetiva...a mí me gusta pensar que soy uno de esos tipos especiales.

Puede ser que lo sea, al menos, a tenor de percibir que a la gente parece molestarle mucho no lograr averiguar de qué coño voy, de qué palo voy, a qué juego, con quién me junto, quién es mi gente y, sobretodo, algo que odio de veras....por quién tomo partido.

La respuesta a todas esas inquietudes, porque parece que incluso son inquietudes, es muy sencilla: Yo no pertenezco a nadie. Soy independiente, o me gusta pensar que lo soy (a los de arriba les gusta jugar a hacernos pensar que lo somos, por eso lo pongo en duda).

Esto me ha ocurrido en dos situaciones muy específicas, seguro que os suenan:

En el trabajo (con los jefes, los compañeros...): Tal vez sea por la naturaleza del mismo, pero siempre he percibido esa sensación de que o no me mojaba o no me decantaba por nadie de cara a los demás.
Efectivamente...de cara a los demás.

Cuando trabajas con un grupo amplio de personas (en general, esto sucede en cualquier grupo social) siempre se van a establecer subgrupos y, dentro de esos subgrupos, otros subgrupos, hasta llegar a las células del grupo primario con el que ya sabe Dios cuándo se perdió la relación directa.
Normalmente hay una clasificación muy grosera que consiste en aquella de "los que le lamen el culo al jefe" y los que aparentemente no se lo lamen ("el grupo opositor"). Muchos de estos subgrupos, yo diría que la mayoría de ellos, mantienen una postura neutra, pero acaban por decantarse de cara a la galería por una de las dos "tendencias" para ser aceptados socialmente o, simplemente, para que haya algo de lo que chismorrear en el curro.

Pero sucede que en esto existen moscas porculeras como yo que nunca se decantan (o aparentemente nunca se decantan). Esto se debe a dos razones:

1) Porque no le doy la importancia que le dan los demás.
2) Porque, ante todo, me considero una persona justa.

Veamos lo segundo: No creo que exista la persona 100% bondadosa y la persona 100% hijaputa. Se habla de Hitler o de Al Capone...pero hasta seguro que esos tenían algo bueno, aunque sea un 1%. Yo en eso no soy categórico. No creo que exista el blanco o el negro, soy partidario del gris. Quizás sea "problema" mío, pero tengo la capacidad de ver lo positivo y lo negativo de las personas.

Por tanto, por muy hijoputa que me parezca el jefe, no necesito a nadie para hacérselo saber o insinuar. Es más, ese tipo de alianzas tienden a fracasar, porque todo queda en conversación de pasillo. Faltan huevos, hablando claro...

Y aunque no existiera esa dicotomía, siempre en el trabajo se establecerán otros subgrupos, como la de los nuevos y los antiguos, los que se llevan con esta que va de líder carismática o con la otra, que suele ser la otra líder y que entre ellas se odian. 

Da igual...pienso firmemente que cuando uno tiene la necesidad de pertenencia a un grupo es o por supervivencia social (que se da) o por falta de personalidad, quizás de autoestima.

Así que me he pasado toda mi vida cuestionado en el trabajo sobre de qué palo iba, con quién estaba, qué propuesta defendía o por qué dije eso cuando se supone que yo era de los que pensaba lo otro.

Siempre me reí de esas situaciones. La gente parecía desesperada por saber de qué coño ibas, cuando tú lo único que hacías era ver cómo los demás perdían el tiempo en algo que para ti carecía de la más mínima razón de ser, por tanto de importancia alguna.

Con los colegas (o amigos): Aunque esto va más de por qué te juntas con esa que es una zorra o con ese que es un gilipollas, es algo realmente interesante cuando se trata de una cuestión de supervivencia.

Por supervivencia no vamos a entender una situación de vida o muerte, pero sí ese tipo de ocasiones en las cuales eres el nuevo en algo o comienzas una nueva experiencia...hay un componente "nuevo" en todo caso. Pongamos ejemplos: Tu primer día de clase en el instituto, tu primer día de trabajo, tu primer día en el gimnasio, etc, etc. Hay situaciones más jodidas como, por ejemplo, estar en un país extranjero solo, lejos de tu familia y tus amigos. Me ha pasado mucho en mis viajes alrededor del mundo en pro de mejorar mi nivel de inglés.
Es en esas ocasiones fundamentalmente, cuando no puedes contar con tus apoyos de toda la vida cuando tienes que sobrevivir socialmente, no sólo tú, también los que están a tu alrededor y eso es lo bueno (o lo malo). A partir de ahí se inicia una carrera loca de alianzas que pueden terminar en la simple búsqueda del compañero, aunque sea de juergas, o en una amistad.





En todo caso, como en todo grupo social, el problema viene de los líderes. Si el líder es una persona conciliadora e integradora, no habrá demasiados problemas y serás tú quien, con mayor fundamento, escojas a tus compañeros/colegas/amigos. Sin embargo, cuando el líder es un líder en negativo y busca el beneficio propio en vez de el común, algo demasiado habitual en la cultura española, ahí estamos todos jodidos. Estamos jodidos porque todo será como un polvorín en el que, tras la incipiente explosividad, solo quedarán las cenizas...ahí es donde nos dividimos en células y esas células se juntan con otras para formar una neurona mientras que otras...sencillamente mueren o desaparecen.
Un lider que, por encima de todo, busque el beneficio propio va a hacer caer al grupo que representa en la táctica "halcón-paloma". Lo que va a pasar es que va a caer en aquello del "divide y vencerás".

Y es que en todo caso, lo que ocurre en los grupos de colegas o amigos que son amplios es exactamente lo mismo: El roce hace el cariño, pero tarde o temprano surgen las desavenencias. Cuando surgen las desavenencias, normalmente motivado por el surgimiento de un subgrupo claramente definido o por una megamovida con alguno de los miembros que se salga de la vereda, el cisco está servido.

Y es entonces cuando empiezan las clasificaciones, las asignaciones, el sorteo, la rifa...






Es entonces cuando detesto que se me trate de encasillar con este, con esta o con la otra. Es el momento de decir y gritar a los cuatro vientos que yo soy independiente, que no me caso con nadie, que no quiero estar en los líos de los unos y los otros, que no quiero que me coman la oreja ni de este lado ni del otro. Y en toda esa "declaración de independencia" también hay cadáveres. Siempre estará tu mejor amigo o amiga ahí metido (o tu mejor amigo o amiga de ESE grupo) y no comprenderá que no te decantes, no comprenderá que trates de contentar a todos, no comprenderá que no te eches a sus brazos de manera incondicional...y puede que haga que hasta vuestra amistad se destruya.

En la vida se ha de tomar partido cuando hay que tomarlo.

Cuando el asunto está claramente diferenciado entre opciones, toma partido.
Cuando el asunto es de importancia, toma partido.
Cuando es imposible contentar a las dos partes o no te interesa una de las dos, toma partido.

Pero fuera de estos supuestos, la imparcialidad existe y es una virtud. Solamente siendo objetivos, solo mirando lo bueno y lo malo de las personas, solo concediendo segundas oportunidades, solo siendo constructivos...sumamos. Lo demás es restar. Desgraciadamente vivimos en el mundo de la resta, no de la suma.

Así que la próxima vez que directa o indirectamente alguien quiera clasificarme, encasillarme o preguntarme "¿y tú de quién eres?", ya sabéis que mi respuesta siempre será

Yo no soy de nadie. Si de alguien soy, es sólo de mi madre, la que me parió. Soy una persona libre e independiente que, en pleno uso de sus facultades, toma sus propias decisiones. Yo no me caso ni contigo ni con quien está a tu lado. Yo solo me amo a mí mismo. Demuéstrame que me amas amando a los demás y entonces te amaré...






Gracias a Dios hay muchos que me aman y muchos a los que amo.


Feliz Día de la Madre.