sábado, 28 de enero de 2017

LA PEOR LECCIÓN DE VIDA: UTILIZARSE MUTUAMENTE

Oh, la, la...la vida: LA PEOR LECCIÓN DE VIDA


He comentado muchas veces en este blog que el día de su muerte me gustaría terminarlo con un artículo de opinión acerca del que para mí es el único problema que tiene este mundo, el egoísmo.
El egoísmo es una "enfermedad" que, como el estrés, es el causante de la gran mayoría de las enfermedades del ser humano. Pero no voy a hablar hoy sobre ello, hoy voy a escribir sobre una lección de vida.

Soy fiel defensor de aquel dicho tan maqui que dice aquello de "Hijo mío, en esta puta vida se aprende a base de hostias" (o "palos" si se quiere decir más finito). Y es verdad. Siguiendo con los topicazos, "Hay gente en la vida que nace con estrella y otros nacen estrellaos". Pues bien, aquellos que nacen estrellados, efectivamente o se hunden, porque nunca aprenden o aprenden y se vuelven más sabios a base de hostias (o de palos).

De lo que voy a escribir en el día de hoy (sí, es de día) es de una de las peores lecciones de vida que uno puede recibir...



UTILIZARSE MUTUAMENTE
(vease, utilizar a las otras personas en tu beneficio propio)



¿A qué os resulta familiar? Seguro que en más de una ocasión lo habéis padecido. Aunque no lo creáis, el 90% por ciento de vosotros (y me quedo corto) es probable que os hayáis incluso aprendido esa lección de memoria y la hayáis puesto en práctica. ¿Que no? Bien, contestare a tu "todos menos yo" con otro topicazo más: "El hombre es un animal social"

Casi todas las conductas del ser humano (y digo casi, porque algunas son inexplicables, al menos para mí) tienen su cierta razón de ser. Haciendo un ejercicio de megatolerancia podría yo llegar a pensar que, en mi defensa de la teoría Darwiniana, entre otras, este es un comportamiento perfectamente natural. Recuerden todos ustedes que somos animales (mamíferos) y que no son tantas las diferencias con respecto a nuestros semejantes. ¿Acaso no estudiasteis en el libro de "Natu" de octavo de EGB aquello de la simbiosis, el camuflaje, el comensalismo y, finalmente, el mutualismo? Pues efectivamente, el mutualismo es. en esencia (no recuerdo la definición exacta del libro de texto) una relación entre dos especies distintas o iguales en la que ambas se ofrecen un beneficio mutuo para las dos.







Pero, a pesar de que esta pudiera ser una explicación bien válida...no lo entiendo y, sobre todo, no lo comparto.

Posiblemente caiga yo en el común error que tanto critico en los otros de atribuirle a los seres humanos virtudes que realmente no tienen, una manifiesta superioridad sobre el resto de las especies animales. ¿Cómo el ser humano va a ser capaz de establecer una relación de pura conveniencia sobre sus semejantes de manera natural y sin prejuicios? Existe aquella especie de romanticismo que nos inclina a rechazar eso y a pensar que es sólo cosa de cuatro personas egoístas. Bueno, quizás no sea ni tan sencillo, ni tan complejo. Yo lo único que sé es que no lo entiendo, pero...ante todo...que no lo comparto.

Por utilizarse mutuamente me estoy refiriendo, como todos vosotros os estaréis ya imaginando, a aquellas supuestas relaciones de amistad, aquellas relaciones supuestamente de amor o aquellas relaciones supuestamente de compañeros. en las que, por el hecho precisamente de ser relaciones supuestamente reales y auténticas, las dos personas (o más personas) se buscan y se persiguen en estado de necesidad, normalmente cuando los otros supuestos amigos, amantes, novios o compañeros han fallado, con el fin de conseguir algo. Este algo bien puede ser un favor, una ayuda, un polvo, un desahogo o un plan de ocio por lo general.

Ahora os hablaré sobre otro topicazo, y es que una de las cosas por las que me apasiona la lengua española es por la cantidad de frases hechas, refranes y sentencias popularizadas con el paso de los años por las gentes de nuestros pueblos y ciudades con tanto acierto y sabiduría:



Caerse de un guindo



Decimos que alguien se cae del guindo cuando se da cuenta de que, por mucho que uno se resista a ser consciente de que ciertos comportamientos humanos son así, verdaderamente lo son y tú no puedes hacer absolutamente nada por cambiarlos. La vida es como una jungla en la que, si estás dispuesto a seguir la senda "normal" (frecuente o habitual prefiero decir yo), tendrás que caminar con sigilo machete cubano en ristre y machete secundario (tipo John Rambo) en la boca.

Es esta una de las últimas lecciones de vida realmente importantes que aprendí. Durante años me negué a ser como ellos, como todos aquellos que se aprovechaban de los demás. Durante años pensé, aunque este es otro debate aparte, que teniendo una actitud impoluta en la vida, unos valores férreos y una integridad moral, un hombre era capaz de llegar a lo más alto. Hace tiempo que me di cuenta de que eso no es así, de que sólo los "hijos de...(de alguien)" o los "hijos de...(de puta)" son capaces de llegar a lo más alto. Estoy convencido, por pesimista que suena, porque ya me la pela sonar a pesimista, dado que yo no voy leyendo libros de auto ayuda por la vida ni publicando frases de optimismo en las redes sociales, de que esto es así. El mundo perdió la esperanza en el momento en el que ese dogma empezó a cumplirse puntualmente y sin apenas excepciones. La vida es para el aprovechado de turno que está en el momento y en el lugar adecuado y que actúa sin la pesada mochila de los valores y las convenciones sociales y moralmente aceptables...¡a tomar por culo todo!
¿Lo peor? Que la gente lo sabe y se dice...yo también quiero eso! Lancémonos todos a ser "hijos de"! (no, todos no, que me quitan mi parte).

Después de esta disertación (joder, ¡qué a gusto me he quedado!), vamos a lo que yo iba...el día que me caí del guindo.

Realmente no podría decir yo que hubiera un día específico en el que yo me cayera de dicho árbol, sino que, como en todo, supongo que me fui dando cuenta y frustrándome con larga anterioridad de que la gente se aprovechaban los unos de los otros y que, lejos de sentirse mal con ellos mismos, pareciera que todo les salía de puta madre. Total, que poco a poco, supongo que ocurriría así, ya que es una conducta típica en mí, debí yo sentir envidia de tal cosa, que empecé a criticarlo explicitamente a partir de ese momento para, posteriormente, empezar a ponerlo en práctica, como el 90% de mis semejantes*

*Nota 1: Me quedo corto con decir el 90%
Nota 2: No creo que tenga semejantes.

Sigo, que se me pira, que claro que me caí del guindo y empecé a ponerlo en práctica hasta el día de hoy acorde con la ley de supervivencia. Si quieres sobrevivir en esta jungla, no hace falta más que adaptarse a las convenciones sociales te gusten o no. Y aunque creas o digas que no aceptas las convenciones sociales y te muevas por los estrechos márgenes que el diseño "arquitectónico" de esa jungla te permite gritando a los cuatro vientos que eres un alma libre y no aceptas las normalidad, te aseguro, cariño, que formas parte de la jungla. Lo demás...es irse a vivir en plan ermitaño a lo alto de un monte, cosa que no descarto hacer un buen día de estos.

Fue en mi época de conocer a millones de tías, tras un desengaño amoroso, en busca del amor express. Conocí a una choni de libro, cuyo nombre reservaremos para mi futura autobiografía, y que me molaba mil (bien es sabida mi apetito sexual por las chonis de libro) de esas de las que quedabas por el viejo, bueno y añorado messenger (MSN messenger, no las mierdas de ahora) y con la que me enrollé una noche de marcha y entre semana en un Madrid vacío. Mi "amiga" y yo seguimos quedando con mayor o menor regularidad y siempre bajo un criterio fijo: Ella sólo me llamaba cuando NO tenía a nadie con quien salir por la noche. En un principio y, como quiera que a mí la tía me molaba (y mi "segundo cerebro" la reclamaba) yo insistía mucho en quedar con ella, pero ella no solía contestar a mis mensajes más que al día siguiente (a lo sumo) si es que ya tenía plan esa noche. La secuencia siempre era la misma, acto seguido y, sin yo esperarlo, ella me llamaba o me mensajeaba, normalmente a eso de las 22 de un sábado por la noche, para quedar y al día siguiente...vuelta a la rueda. Eso a mí me frustraba mucho y, dado que se repitió muchas veces en relativo poco tiempo seguido, un día me enfadé y, a base de mensajeo (sms), le recriminé su actitud. Ella me contestó a mis mensajes y me dio a entender implícitamente, no porque la muchacha fuera lo suficientemente inteligente para ello, sino que lo dijo sin decirlo, que no sabía de qué me extrañaba, que todos nos utilizábamos y que eso era natural, que, en verdad, no tenía nada de malo.

Y es ahí cuando verdaderamente me caí del guindo y me di cuenta de que esta actitud tenía que mirarse con aparente naturalidad y paciente aceptación para poder sobrevivir en esta jungla. Los dos teníamos los mismos gustos musicales (nos flipaba la electrónica), los dos éramos unos vacilillas, a los dos nos molaba pimplarnos de vez en cuando y liar alguna gorda y a los dos nos solían dejar tirados más de un fin de semana al mes un viernes o sábado por la noche...establecimos una relación de "mutualismo" pues. Luego ella ya se echó novio (en el fondo era una romántica frustrada a base de su carácter choni al más estilo "Hermano Mayor") y desapareció. Volvimos a reunirnos años después para salir una noche y, a partir de ese momento..se volatizó definitivamente (o no).

Este es un ejemplo muy tonto de cómo se abrió aquella veda en mi vida. Durante todos los años siguientes he seguido odiando a las personas que te utilizan clamorosamente, algunas de ellas decorando la relación como si fuera de amistad verdadera, ensalzándola e incluso exagerándola tipo hipérbole. Yo, como ese 90% (y me quedo corto) claro que, a veces, y forzado por las circunstancias y la necesaria supervivencia en esta jungla, me he visto obligado a utilizar mutuamente a otra u a otras personas, personas que, por supuesto, no me importan o personas a las que no podría decir que quiero o asumo como personas que formen o vayan a formar parte de mi vida para siempre, pero nunca jamás a mis seres queridos. Asumir esto es un ejercicio de sinceridad y de madurez no comprensible para todo el mundo, anclado en el viejo romanticismo y obcecado en juzgar por el doble rasero a las personas tildándolas de falsas o aprovechadas cuando ellos o ellas mismas lo están haciendo todos los días de su vida. Todos lo hacemos, todos escriben por mensaje a aquel "amigo" olvidado al que ahora parecen irle bien las cosas, o a aquella que no ven desde hace años y te aparece en la sección de "Personas que quizás conozcas" de Facebook y que resulta que se ha puesto buenorrísima, o aquel que sabe de algo y. pese a que le ignoras, acudes a él para que te informe o te ayude en algo. Todos, muchos, compartimos la vida con gente que, en otras circunstancia, jamás la hubiéramos incluido en ella, desde compañeros de proyecto o colegas del trabajo. Relaciones de puro mutualismo. Mutualismo como el que se da entre las personas que se necesitan para ir a algún sitio, porque te da verguenza ir sólo, o personas que quedan para contarse sus problemas (el típico pagafantas que escucha los problemas de su "amiga" con el novio sólo para ver si en un descuido, se la come). "Amistades" de fin de semana, polvos de Tinder o Badoo, relaciones amorosas tóxicas que responden al estado de necesidad del momento ( y no hablo de necesidad sexual en este caso). Y otros miles de ejemplos con los que podríamos seguir...

La mejor conclusión a la que puedo llegar después de lo descrito es que, volviendo a uno de mis principales puntos de mi particular decálogo para la vida, que próximamente publicaré, vivimos en un mundo en el que vemos normal lo que no es normal, si bien sí es habitual. Tratar a las personas buscando tu beneficio puede ser perfectamente natural desde el punto de vista de la neurociencia y visto en perspectiva desde el mundo animal, pero es delefnable en todos los sentidos desde el punto de vista moral. La gente lo hace, mucha gente lo hace, o lo hacemos, es asqueroso, es repugnante, pero lo hacemos, tú mismo probablemente lo hagas si apagas la estúpida vocecilla de gatita quejica y te paras a pensarlo en profundidad. Dentro del drama que esto supone, siempre nos quedará el consuelo de los tontos de aceptarlo como bueno en los casos de aquellas personas que lo hacen con menor frecuencia y únicamente con aquellos a los que ignoran o no forman parte de sus seres queridos o tomarlo como malo para aquellas personas que utilizan a otras por sistema. Esos son los llamados egoístas, ¿acaso no es egoísta lo otro?

Ha sido y es una de las peores lecciones que he recibido en mi vida. Ahora que me lo he conseguido tragar, que no digerir, soy un poco más feliz sabiendo qué puedo recibir de cada persona y actuar en consecuencia. Pero esto no quita para que, en una de esas noches en las que el gato sale a rondar las calles en torno a una explicación para todo aquello que pasa en la vida y que tratamos de plasmar regularmente aquí en este blog, uno se detenga, aunque sea por sólo unos cuantos segundos, y se pregunte a sí mismo "¿qué estoy/qué estamos haciendo?".

El día en el que deje de preguntármelo...ese día estaré verdaderamente muy enfermo.

Muchas gracias.
Buenos días.