domingo, 7 de enero de 2018

LA AUTO-EXCLUSIÓN, LA EXCLUSIÓN FORZADA Y LA EXCLUSIÓN DIRECTA: TRES MANERAS DE APARTARSE DE LA GENTE


A lo largo de estos años he aprendido mucho sobre relaciones de trabajo, amistad, pareja, rolletes y demás. Hoy voy a hablar de tres aspectos de una filosofía propia de entender la amistad que he ido elaborando y que, en realidad, podría extrapolarse a cualquier ámbito de la vida, ya sea en lo personal o en lo profesional.

No hay mejor manera que aprender a base de hostias en esta vida. Desgraciadamente y por duro que suene, el ser humano es el único animal racional (supuestamente), pero también el único que tropieza una y otra vez con la misma piedra, cosa que ni con las cobayas de laboratorio ocurre. Ese aprendizaje se produce cuando uno es consciente de lo que está pasando y decide no tropezar más o poner los medios para que eso suceda lo menos posible.

Y desafortunadamente, como vengo reivindicando en este blog, vivimos en un mundo cuyo único y gran problema es el egoísmo. Somos egocéntricos por naturaleza. Buscamos nuestro propio beneficio para sobrevivir. Un altísimo porcentaje de nuestra interacción con otras personas tiene como fin buscar nuestro beneficio propio. Este beneficio puede ser desde algo "sano" como es buscar diversión o compañía hasta algo tan egoista como que me paguen las copas o me hagan un gran favor de gratis.

Esto es, a su modo, como el amor. El hombre macho es infiel por naturaleza. Puede utilizar toda su energía en gestionar sus emociones para inhibir su instinto, un instinto que, nos pongamos como nos pongamos, es el de cubrir al mayor número de hembras posibles. Es el rol que en la naturaleza desempeñan muchos animales y que obviamente los homínidos pasamos toda la vida tratando de burlar para no dañar a nuestras parejas femeninas, tal como debe ser desde el punto de vista de la moralidad y de los valores humanos universales. Bien, pues en el caso de la amistad, parece como que esa inhibición se produce cada vez menos depende en qué culturas. Y al tratarse de un tema de valores, de educación en el respeto, de solidaridad y otras muchas actitudes bien "pasadas de moda", como que nos la pela con un cuchillo ya ni siquiera el disimular y nos mostramos tal como somos, putos egoistas que destruyen a su paso todo lo que encuentran desde naturaleza, animales, plantas, objetos y, por supuesto, personas.

Esto no es ni más ni menos que lo que algunos llaman equivocadamente "personas tóxicas". Yo creo que las personas tóxicas son un escalón aún mayor. Yo simplemente hablo de personas egoístas. De hecho, me da la impresión de que tal es nuestro desconcierto en los tiempos que corren que muchas personas ni se dan cuenta de que lo son y que para ellos su modo de actuar es perfectamente justificable. Esto es así, porque probablemente el egoísta no solo nace, sino que también se hace. Y de eso no nos salvamos ninguno, viene en nuestros genes y simplemente hay gente que tiene la capacidad y la voluntad de inhibirlo más y gente que ni se  molesta en taparlo.

Hoy voy a hablar de tres maneras de apartarse de esas personas. Tres modos de dejar a un lado a una persona o a un grupo de personas con las que tienes una amistad o puedes llegar a tener una amistad: La auto-exclusión, la exclusión forzada y la exclusión directa.

LA AUTO-EXCLUSIÓN: Esta manera de apartarse de la gente con la que en principio tienes algo en común, un curso, unos intereses comunes, un trabajo, una cultura, un espacio común...es un modo de exclusión motivado por unas escasas dotes de socialización que te impiden mezclarte con el grupo, hablar de manera distendida, intentar ser popular, destacar, adaptarte a él. Esta manera de auto-exclusión se produce en personas tremendamente tímidas a las que les da miedo "quedar mal" o sentirse rechazados. También puede producirse entre personas cuyo auto concepto o auto estima es bajito y ellos mismos creen que no van a encajar en el grupo y terminan por desistir en sus livianos intentos por adaptarse. Finalmente, puede suceder también entre sujetos que, aunque tienen buenas habilidades sociales o se saben bandear en las relaciones, no ven que puedan compartir nada con la gente y sencillamente se apartan. Esto último sucede cuando se inicia la relación, no tanto cuando es persistente en el tiempo.

Pasamos a la siguiente. Por cierto, estoy utilizando unos términos bastante elaborados, pero que son de mi puta invención, por lo que insisto en que todo esto es mi propia teoría y no está necesariamente basado en nada científicamente probado, aunque probablemente algo o mucho de cierto haya en lo que estoy contando.

LA EXCLUSIÓN FORZADA: Esto sucede cuando no es uno el que se va sino cuando "es expulsado". Esto es muy habitual en grupos manejados por un lider o varios líderes explícitos o a la sombra. Dicha exclusión se produce cuando uno no encaja en los estándares de grupo que el propio líder establece en su mente de pez gordo y se crea una corriente de opinión negativa hacia esa persona. Esto a veces sucede o porque la persona excluida es jodidamente insoportable o le ha fallado al grupo o porque se buscan excusas para apartar a la persona que no sigue el patrón de los  demás o no va por la vereda marcada por el líder o líderes.

Voy a poner un ejemplo personal de esto. Mi infancia está repleta de ejemplos de exclusión forzada, pero quizás el más ilustrativo es cuando sistematicamente yo era rechazado una y otra vez para jugar al fútbol con mis compañeros (que no amigos) de colegio. Las pocas veces que jugaba, jugaba de portero, porque nadie lo quería ser, pero cuando participábamos en algún campeonato, se trataba de algo serio o símplemente si había niños de otras clases compitiendo, yo calentaba banco como un campeón y lo peor de todo, es que lo veía lógico, ya que yo era patético jugando al futbol. Posteriormente reflexioné y me di cuenta de que aquello se parecía más a las putas pruebas para ingresar en el Real Madrid que una pachanga entre chavales y empecé a engendrar odio hacia esos mismos personajes y hacia ese tipo de exclusión.







Pero la exclusión forzada también se produce en otros ámbitos de la vida. No soy un hombre casado, pero sí sé y mucha otra gente me ha contado que en el momento en el que alguien se echa pareja o se va a vivir con la misma, o incluso a veces sin nadie, a otro barrio, a otro pueblo o a otra ciudad (no digamos ya a otro país), se deja de contar con esa persona. Esto último puede ser a veces un caso de autoexclusión; pensemos en cuántas veces habremos perdido colegas que han sido "abducidos" por víboras y nos han dejado de lado, aunque también puede tratarse de una exclusión forzada de tomo y lomo. Se hace la falsa asunción de que si el chaval, que ahora vive en Móstoles, no baja a bar con los colegas del barrio, ya hay que darle por perdido. Se supone que no va a coger su coche y va a subirse al norte para echa unos botijos rápidos o ver el partido. Insisto, en muchas ocasiones esto es así (autoexclusión) y en otras no (exclusión forzada). Y esto tiene que ver mucho con aspectos culturales propios de nuestro país. Mi zona de confort = mi barrio.

LA EXCLUSIÓN DIRECTA: Esta es mi favorita. Puede parecer similar a la auto-exclusión, pero es muy diferente. En la auto-exclusión intervienen aspectos intrínsecos de la personalidad que bloquean al sujeto para poder ser él mismo y mostrarse tal como es o simplemente existe una desconexión con el grupo que hace que seas tú el que te marches, aunque no quieras marcharte del todo. En la exclusión forzada es a ti a quien te echan, bien porque la has cagado o bien porque el líder te señala con el dedito. Sin embargo, esta manera de apartarse de la gente es absolutamente voluntaria. Consiste en lo que se ha venido diciendo "apartarse de la gente tóxica" o que no tiene absolutamente nada positivo que aportarte. Bien, ya he dicho antes que no coincido con esto, con mucho de los libros de auto ayuda o los artículos de pacotilla que publica Don Nadie en la revista "A mí que me importa". Yo lo explicaría de la siguiente manera.

Consiste en tener valor. Cuando uno madura y se empieza a querer a uno mismo (creo que nos cuesta querernos y no sé si hay personas que se llegan a querer a sí mismos al cien por cien de verdad), uno empieza a ver cosas raras. Puede parecer que este tipo de exclusión directa se produce mucho, pero de veras que no se produce mucho. Creemos que dejamos de lado a los demás, cuando de lo que se ha tratado ha sido de una auto-exclusión. Pensamos que ha sido una exclusión directa cuando probablemente ha sido una exclusión forzada. No, amigos...no hay mucha gente que tenga las santas pelotas para coger el toro por los cuernos y proceder él mismo a la exclusión directa. Este tiene que ser nuestro fin. Lo deseable sería que todos nos llevásemos bien y en verdad es más fácil llevarse bien que mal, pero vivimos en un mundo de egoistas. Creo en las segundas, terceras, cuartas, quintas y múltiples oportunidades, pero uno tiene que tener claro hasta donde está dispuesto a aguantar.

La exclusión directa es un fin en sí mismo, porque si se hace bien, es porque tú mismo te has liberado de tus miedos, de tus fantasmas, de tu manera políticamente correcta de hacer las cosas una y otra vez. No creo en el "ojo por ojo y diente por diente", así nos va. Sí creo que hay gente que no se corta y gente que sí nos cortamos. Hay gente con mucho papo y gente que no tenemos papo. Eso es una diferencia entre los unos y los otros que se llama HONOR. Desgraciadamente tenemos que convivir con personas poco honorables. No podemos vivir en nuestra burbuja, porque somos animales sociales, esto es lo que nos diferencia en parte de algunos animales. Precisamente por eso llega un momento en el que toca elegir a quien quieres conocer y a quien no, con quien puedes contar y con quien no, quienes son tus amigos y quienes no...en qué categoría metes a cada uno o directamente a qué contenedor lo tiras.

Hay personas que somos realmente estúpidas y que no perdemos la fé en la humanidad, porque quizás eso ya sea lo último que nos quede. Lo cierto es que mucha gente se aprovecha de la bondad de esas personas y creen que les pueden tratar como a los demás, de manera egoísta, sin que nada pase. Pues no, hay personas que somos sensibles y que no nos gusta que nos fallen. Tal vez a ti no te importe fallarle a los demás, a mí sí. Quizás estés acostumbrado a fallarle a la gente y que no haya consecuencias, yo no soy así. Puede ser que veas natural el utilizar, literalmente, a la gente a tu gusto, yo no. Cabe la posibilidad de que ni siquiera ya te importe el fallarle a alguien y quedarte sin él, porque tienen mucha gente de la que disponer, a mí sí me importa. Esto es lo que diferencia a la gente con valores de la gente sin valores.

Yo podría contar miles de anécdotas de gente que me ha fallado a lo largo de todos estos años. Probablemente eso daría para un libro de varios tomos. Quizás por eso, me pongo mi coraza de acero y me hago difícil de conocer, no digamos ya para entablar una relación amorosa. La verdad es que todo esto sí me ha servido para algo positivo y es a ser más práctico. Y aunque ando en proceso, creo que empiezo a ver la luz: La meta a llegar es la exclusión directa. Y ya voy haciendo unos cuantos avances.

¿Por qué tienes ser tú siempre el que proponga los planes? ¿el que mande un mensaje para ver si se sale o no? ¿por qué demonios sólo tú te tienes que interesar por cómo están los demás? ¿alguien se interesa por ti? Vivir en sociedad significan hechos, no palabras. El movimiento se demuestra andando.

Así que la próxima vez que te regalen el oído diciendo que vais a quedar y vais a hacer esto y lo otro, ten siempre un puto plan B, incluso un C antes de salir de casa, si es que sales y no te mandan antes el típico mensaje anulando planes.

Esa tía que quieres conocer más y te deja plantado a última hora, porque le salió mejor plan con otro o está de resaca. ¿Me esforcé yo en evitar beber para poder estar bien hoy contigo? Sí. Si tú no lo hiciste, no hace falta hablar más, porque no eres para mí. 

Ese colega que te falla a última hora para salir de fiesta, porque está cansado o porque tiene que hacer algo que puede hacer el cualquier otro momento. Ese colega que se pone de repente enfermo o que no saca tiempo pa ti ni pa Dios, ni para contestar tus mensajes. ¿Acaso está habiendo reciprocidad? La basura, al contenedor.

Amar significa no tener nunca que pedir perdón. Algo así decía la protagonista de "Love Story". Y aunque pueda parecer la cursilería del siglo, la gente crea sus propias cribas. Nadie hace la criba, la criba se hace sola. Si una persona a la que ni siquiera conoces (pongamos una cita a ciegas) o con la que no hay suficiente confianza, pero que quieres conocer, te falla a la primera de cambios, ¿qué podemos esperar de esa persona en el futuro? Esto, como decía al comienzo de mi artículo, se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida, en el trabajo o en los negocios. 








En conclusión, la exclusión directa significa sacar la basura al contenedor. No se trata de disparar sin escuchar a quien tiene que pedir perdón de corazón. No se trata de ser inflexible con quien ha fallado de veras. Se trata solo de ser práctico con las personas que no generan confianza. La confianza no viene incluida en la persona, hay que ganársela. A pocas personas les he fallado yo en esta vida, seguramente se cuenten con los dedos de una mano, pero por cientos de miles a las que me han fallado a mí. Ver como normal lo que es habitual, no convierte los fallos de los demás en algo normal, esta idea la hemos repetido mucho en este blog. Ser exigente con quien no puede, es injusto, pero ser blandito y condescendiente con quien no le da la gana de aprender de sus errores, es maleducar.

La exclusión directa tiene que ser la meta sobre la que también se forjen las personas con valores del siglo XXI.