lunes, 23 de octubre de 2023

 

UN MUNDO EN LLAMAS

 

Tras mucho tiempo sin que este gato negro pasee por los húmedos y desgastados tejados de este blog, regreso para escribir la que será mi penúltima entrada antes de la despedida final.

Han sido muchos años trabajando en este proyecto personal que quizás ya debió haber terminado hace un tiempo, pero que no quería dejar abandonado tras tanto tiempo dedicándole muchas noches (y alguna tarde). Desafortunadamente, me hubiera gustado que este último artículo antes de mi “epitafio” hubiera puesto una chispa de vida a este muchas veces sombrío blog personal, pero no son buenos tiempos para el viejo planeta. De hecho, pocos de nosotros recordaremos tiempos peores, porque el mundo empieza a oler a quemado. Este mundo, sencillamente, está en llamas…

Esto no pretende ser un detallado (ni siquiera sucinto) análisis geopolítico de nuestro querido planeta, porque ni me dedico a ello, ni conozco la realidad de cada rincón del mundo, pero sí algo que nos de para pensar sobre cómo están las cosas, cómo hemos llegado ahí y qué puede pasar.

El mundo se encuentra más polarizado que nunca. El orden mundial conocido está en seria amenaza y lo que hubiera sido una alarma social en otros tiempos se queda hoy en un asunto que poco o nada le importa a la gente. Y es que la desapego a la política es de tal calibre, que tenemos hoy un mundo gobernado por gente a la que solo votan unos cuantos y solo por miedo o división. ¿Es esto una democracia? ¡Cuidado! Estamos hablando además de los países donde se presume que la hay, ya ni qué decir de “los otros”.

Y es que el marketing político, el show post Donald Trump ha invadido la política. Sin ambages, los políticos de medio mundo se dedican a gritar más que el oponente y a elaborar discursos vacíos que calen entre la gente que, tierno esto, no pierde la esperanza. Vivimos en el mundo de las fake news, en el que ya no sabes qué es real, qué es inventado y ni siquiera dónde acudir para poder intentar averiguarlo. Observamos cómo los personajes manidos de otras épocas se resisten a quedar en el olvido sustituidos por realidades idílicas en Instagram (pronto sustituidas directamente por el metaverso), gurús sin bachillerato o adolescentes bailando o haciendo el subnormal en Tiktok.

Asistimos al principio del fin de un imperio, el de los Estados Unidos de América, un país que no será derrotado por nadie, salvo por sí mismo. Un país empeñado en aplicar los viejos paradigmas que le dieron la gloria en un mundo que ya ha cambiado sin que ellos sean conscientes, pues se suponen el ombligo del mismo. Un país más preocupado en seguir siendo la policía del mundo y en distraerse como boxeador embravecido en pegar golpes desesperados por aquí y por allá descuidando por completo su juego de piernas que le evitarían posibles golpes o amenazas que ya hoy son reales.

Sin poder predecir el futuro, parece que un posible conflicto, armado o no, estará por ver, entre Estados Unidos y China dará inicio a un nuevo orden mundial. Está por saber si antes de que eso llegue, pues indudablemente a los chinos no les interesa noquear a su rival por la vía del cloroformo, pues su noción del tiempo nada tiene que ver con la nuestra aquí en occidente, Rusia no protagoniza un accidente sonado a propósito de la guerra de Ucrania.

Mientras ni a África ni a el resto de América se les deja crecer al paso que les corresponde, cosa inevitable, pues el futuro será de ellos en la medida en la que la sociedad civil logre revolverse ante sus corruptos y/o ineptos políticos, países como India también esperan tener su protagonismo en este nuevo orden mundial que, como digo, antes o después llegará.

Europa está completamente devastada. La Unión Europea es de risa e Inglaterra, a pesar de la aparente estúpida decisión que supuso el Brexit, se frota las manos consciente de que pertenecer a ese club sin sentido no trae más que ataduras mayores a un desesperado Estados Unidos, quien plenamente a placer desde el otro lado del mundo juega con sus gi-joes a que Rusia se encargue de reventarnos a la que nos pongamos más chulos de lo que realmente nos corresponde. Primero fue el gas, después la inflación a nivel mundial y no sería de extrañar algún que otro petardazo no precisamente navideño para terminar con el asunto de Ucrania por parte de un líder que está moribundo tanto a nivel fisiológico como a nivel político. Esto lo convierte en más peligroso aún.

La crisis por COVID 19, toda una pandemia, nos deja una única lección para este mundo en llamas: no hemos aprendido NADA. Aquellas series como “Black Mirror” o “El Colapso” se quedan cortas en comparación con lo que muchos profetizan acerca de cómo sería el final del mundo tal como lo conocemos y en el que ya algunos se encuentran más preocupados de encontrar un planeta B, si no, que se lo pregunten a Elon Musk o a Jeff Bezos.

La pregunta es entonces si este no haber aprendido NADA derivará en un final de la humanidad instantáneo, progresivo o muy progresivo, a causa de las propias guerras que vivimos (no olvidemos tampoco el conflicto de Israel) por cuestión territorial, religiosa o por falta de agua y alimentos.

¿Hay salvación?

La historia es cíclica y desde la versión euro centrista, sabemos que la vuelta a los clásicos, el poner al ser humano en el centro de todo es algo que en diferentes épocas nos salvó el culo. Está por ver si el hartazgo ante las nuevas tecnologías (y por nuevas aquí ya hablo del big data, la robótica, el metaverso o la inteligencia artificial) se produce antes o después de que el evidentísimo cambio climático se cobre sus primeras víctimas a nivel global o de que esa reacción del humano se produzca, cosa ya complicada de ocurrir el susodicho cambio de orden mundial, pues desconocemos si para los asiáticos primará el dinerito o las vidas humanas. Quizás ahí se demuestre si de veras son tan “comunistas” o tan “liberales” (y digo “liberales”, por ser esta la nueva etiqueta, más amables, del capitalismo).

España es un país que pronto entrará en colapso. Si no, que se lo pregunten a los aficionados al Atlético de Madrid. Sí, sí, este símil con el mundo del futbol es bueno, porque siempre se dijo que eran unos sufridores, como casi de acero, dispuestos a aguantar todos los golpes y todas crisis vinieran de donde vinieran…hasta que un buen año bajaron a la segunda división.

Tentar a la suerte en un mundo que ya no permite vivir en una burda zona de confort. Europa ya no va a permitir a España vivir de las rentas por mucho más tiempo. Los desastrosos gobiernos que hemos tenido en las últimas décadas (ni siquiera diré en los últimos años ya) han hecho que un país grande, la que para mí ha sido la mayor potencia mundial de la historia, hoy sea un país derruido, un país perdido, un país embobado en sus propios problemas internos, generados desde hace siglos por nosotros mismos y que nos ciega a la hora de hacernos valer en el exterior.

Los políticos españoles, marionetas ellos, se dedican a entretenernos como niños ante un guiñol vendiéndonos aún el caducado espectáculo de “izquierda” vs “derecha”, incluso a aquellos que ya sabemos y somos conocedores de que son lo mismo, pues son eso…marionetas que entretienen, a su vez manejadas desde el extranjero para seguir una agenda globalista que, en muchas cosas, nos lleva a la ruina.

Esa agenda nos entretiene con un espectáculo bochornoso, más propio de la telebasura que, dicho sea de paso, empieza ya por fin a descaer (solo hasta este momento sostenida por los pobres abuelos que pueblan nuestro país), consistente en hablarnos de dos realidades, las dos inexistentes, que presuntamente reflejan las preocupaciones y los problemas de los españoles. Para algunos, un supuesto complot para destruir España, la amenaza de un sistema bolivariano que siempre sobrevuela o la de una banda terrorista años ha desaparecida. Para otros, los problemas principales de España son que a los trans les pegan palizas de cuando en vez (cosa no menor, aclaro), que las mujeres no tienen ya suficiente poder, que ya no se utiliza el masculino general, sino el “elle” o el “os/as” …de locos.

Los problemas de España, esos de los que nadie habla, son tan sencillos como que NO tenemos soberanía. Tenemos un rey impuesto. Tenemos una Constitución que no se cumple y tenemos, cuando lo tenemos, un gobierno que está para lo accesorio y que no manda una mierda.

Los problemas de España son que alguien un día (Alemania, pongámosle nombre) decidió que este país no se podía industrializar más. Decidieron que fuéramos un país de toros, sangría, futbol y fiesta, el paraíso turístico de Europa, la cual ya ha colonizado nuestras Islas Baleares como aperitivo (aquí sumémosles a los germanos, nuestros archienemigos históricos, los ingleses).

Un país con una política migratoria de vergüenza y que mira con indiferencia dando la respuesta por callada al proceso de islamización que viven países como Francia o Bélgica. Un país que con esa política de no hacer NADA cumplirá la vieja aspiración de los países árabes de convertirnos de nuevo en Al Ándalus. Un país que, y esto se puede decir aún siendo la persona más solidaria del mundo o más defensora de los derechos humanos, ya NO puede absorber más inmigración.

Con lo anteriormente mencionado, es decir, 0 industria y míseros sueldos o condiciones laborales favorecidas por esta política migratoria, todo se apuesta al blanco, todo se apuesta al turismo. Y entonces mi pregunta es… ¿y qué pasará cuando España sea un desierto y ni británicos ni germanos quieran venir aquí a morirse?

La pobreza y la miseria absoluta.

Los independentismos son favorecidos por los propios gobiernos. La política es incapaz de romper con un régimen que ya ha fracasado. Permitir que partidos nacionalistas que quieren independizarse de un país participen en las elecciones nacionales y sean quienes tengan la llave de un gobierno, es un harakiri automático y una contradicción en sí mismo, aparte de un generador de desigualdad letal para la democracia y la igualdad de todos los territorios de España.

La economía sumergida, un sistema educativo caduco y segregado, una justicia que NO es independiente del estado, una deuda en manos de poderes extranjeros, un sistema burocrático ineficaz, anticuado y rígido…todo queda tapado por amenazas de que viene Maduro o Kim Jong Un con su supuesta bandera de la hoz y el martillo en ristre o bien por la LGTBI de colorines y palabras vacías o bien por capítulos de “violencia machista” en un país que no está ni en mitad de tabla a nivel mundial en esta materia (sin ánimo de minimizar este problema, que lo es).

Y el mayor de ellos: la idiotización de la gente. Esto ya no va de una sociedad dividida (ese “divide y vencerás” que instauró mi vieja enemiga Esperanza Aguirre), esto ya no va de alienación. Esto de lo que va es de que estamos ante una generación acabada, atormentada y trasnochada, que es la mía, que es la Generación X, malcriando a una generación que tenía esperanza, como es la Generación Gen o Z, pero que algunos se empeñan en que esto no sea así idiotizándolos y echando por la borda todas las cosas maravillosas que tienen estos chavales cuya filosofía es la de la vida en sí, carpe diem, si bien lamentable y bochornosamente en la dirección y sentido que indican los que ahora alienan: gamers, youtubers, instagramers, tiktokers o personajes de series, manejados por detrás por los que SIEMPRE alienaron, no os engañéis.

Así que valores como el “sálvese quién pueda”, el cuñadismo eterno, el postureo, el “pues yo inviero en criptos y me estoy forrando”, el liberalismo de Milei,  comportamientos aprendidos y probablemente aprehendidos del puto reagetton (véase: fóllate a todos igual que él se folla él a todas, viste de Balenciaga, gánate un dinero fácil en Only Fans o en Tinder o Instagram como sugar baby o sugar boy, métete en una relación tóxica otra vez,  juega al glamour de las discotecas de Élite, alguien te lo pagará o ya harás tú para que te salga gratis, ábrete un canal de Tiktok con la barba bien afilada y el dorso desnudo o bien enseñando las berzas…), esto es lo que nos salvará…definitivamente.

El mundo ha llegado a un punto de no retorno. El mundo está en llamas. Alguien maneja los hilos y no sabemos quién. No sé si en otro tiempo hubiéramos salido con cuchillos en la boca a derrocar a estos miserables, pero me queda claro que hoy no, ya no.



Para terminar, quisiera recoger una frase que dijo mi admirado Julio Anguita, el Califa Rojo, que representa exactamente lo que está pasando:

«Está ocurriendo algo espantoso: está naciendo lo que yo llamo la moral del esclavo. José María Pemán escribió una vez: «La criada se siente muy reconocida y muy contenta cuando ve a su señora lucir las joyas, porque al verla se cree que es ella la que está llevado las joyas». Cuando alguien está defendiendo a quien le explota, a los «mercados» o a la clase política corrupta, ha llegado al nivel más bajo al que puede llegar un ser humano: bendecir la porra que le golpea, besar la bota que lo pisa».

El mundo es un lugar ahora demasiado terrible para tener esperanza, pero… ¿qué es si no la vida? Tenerla hasta el último suspiro, soñar, porque es así, así es la vida…hermosa y triste.