domingo, 20 de mayo de 2012

LEÑA NEGRA

Poeta como tú: "Leña Negra".


Hay algo peor que perder a la mujer que amas y ese algo es no saber por qué la perdiste...


LEÑA NEGRA


"Sentado a la sombra de nuestro árbol mutilado
me he quedado sólo esperando de tí
una sola palabra, un sólo indicio
que me diera un sólo motivo
para poder llevarte a sus pies
tomando tu mano y acercándote
hasta la ribera, mi pequeño bonsai.


Sentado a la sombra de nuestro árbol mutilado
ha llegado el anochecer y he empezado
a notar el frío incrédulo, he oído
la voz apagada del silencio,
he escuchado al viento ulular
y a las fieras rugir dentro de mí.
En mitad de la noche he notado
a lo lejos tus pasos alejar
con sigilo y sospecha.
A la sombra de los brazos retorcidos
de mi arbolito he quedado
como la sombra de un espantapájaros
a la espera de la espera.
Llegando la luz del amanecer
he perdido la cabeza
viendo como pasó la noche
en la que sentí estremecer
con el miedo de tu ausencia.


Y con las horas que me desvelan
de mi sueño inquieto y tranquilo
llega el calor de una mañana
que recuerda al fuego de verano.
Su rayos me ciegan y su luz
queman mi retina
y cierro los ojos...

Y, al cerrar los ojos, te recuerdo pequeñita
corriendo a mí alrededor sonriendo
y ofreciéndo tu mano para fundirme con ella.

Y empiezo a agonizar y a sentirme
más débil, cuando siento que me muero por tí.
 
 
Y trato de abrir los ojos y sólo veo el blanco
que me quema y sólo puedo recordar.
 
 
Mirándome encima mío con ojos que ardían
besándote como un demonio apretándote,
llevándote contra mí hasta el éxtasis.
 
 
Compartiendo momentos sólo tú y yo
sin importar nada más, nadie más...
Paseando juntos y aprendiendo de tí.
Escuchando tus palabras que decían
más por lo que callabas,
que por lo que decías.

Y levito la mirada y mis párpados
vuelven a caer con debilidad.

Y me acuerdo de nuestra última noche
en mi calle disfrutando de tu risa
complacido de mayor entendimiento
por última vez te miré y me marché
convencido de que te volvería a ver.
 
 
Y en un último intento, abro los ojos
y veo el campo arrasado y amarillo,
el río medio seco desfilando hacia abajo
como si llevara suciedad en sus aguas.
Estoy sobre un montón de ceniza negra,
mi cabeza sobre un pequeño tronco negro
cercado de pequeñas ramas y troncos
viejos y secos, paisaje de leña negra...
 
 
Y entonces sé que mi pequeño bonsai,
mi joven árbol caído ha muerto.
El frío de la noche lo ha desgastado
y el calor de la mañana, las llamas
de tu indiferencia, de tu corazón
sin sangre, la firmeza del camino
que te aleja de mí y tu pequeña
cabecita egoista y alocada
dieronle la estocada al caballero
que queda postrado tendido
en el suelo mirando al cielo
abriéndose un claro entre las nubes
oliendo a hierba quemada y viendo
el humo gris elevarse hacia las nubes.


Me has matado en vida, mi pequeño bonsai.
Saliste huyendo de mí, envainaste la espada
y cortaste para mí el camino hacia tu libertad
en busca de otro paraiso artificial, de otro
guerrero sin armas...
 
 
Cierro los ojos por última vez, te perdí...
Estoy en coma y muero estrangulado
por todas aquellas preguntas sin respuesta.
 
 
Pero las cenizas se disiparon y dibujaron
de nuevo las montañas, el río comenzaba
a chapotear con fuerza, levanté como
si una ráfaga de viento fresco me azotara
y me erguiera hacia la vertical.
Los prados se tiñen poco a poco, pacíficamente
de verde que salpica, envaino mi espada,
resurjo de las cenizas, como el Ave Fénix
y busco la salida, busco mi camino...."











sábado, 5 de mayo de 2012

ÁRBOL CAÍDO

Poeta como tú: "Árbol caído".

Es sábado noche y estoy sólo en mi habitación
viendo cómo la lluvia llora en mi ventana y
sube el aroma de la tierra mojada que tanto
me gusta. Me gusta cuando los días son grises
y las noches se envuelven de terror, porque
me recuerdan a mi propia vida amorosa, a ese
camino de espinas doradas que me dejan las
manos talladas de tus recuerdos, mi amor...


 
ÁRBOL CAÍDO


  
Y aquí me encuentro otra vez sólo
escribiendo poemas de amor...


"Oígo el silencio, huelo el miedo a distancia,
siento que encojo y sudo lágrimas secas
y mucha angustia, pero todo me resulta
familiar, como el sonido de un árbol caído
para un leñador. Árbol que cae y se desploma
sobre el suelo, árbol para el que no hay
ni un sólo sentimiento, ni un sólo trago de saliva.
Leñador que sin piedad arranca su motosierra
y enviste de nuevo a su siguiente presa
dejando el fresco bosque negro como la leña quemada.
  
Estoy en mi trabajo,
recibo un mensaje,
eres tú despidiéndote
otra vez, pero esta vez
no sé que hice mal.
  
Me levanto de mi pesar,
termino la faena, me entrego
a los demás.
Regreso a casa
y el viaje me parece eterno
soportando
a todos los demás.
  
El tren de la muerte
me escupe en el andén.
Llego a mi "dulce" hogar
y las paredes me atrapan.
Lo vuelvo a leer, una vez más.
Comienza el silencio,
comienzo a escuchar.
Escucho mis pensamientos,
esculpo mil excusas
y trato de explicar
el por qué lo has hecho
tan mal.
  
Hoy te odio, mañana te echo de menos,
pasado te escribo un poema...
Y es que te quiero, amor.
Vence la condena,
exhausto en sólo dos días.
Llega el fin de semana
y busco a los míos,
busco sus palabras
de ánimo. Busco la esperanza
en sus labios, en sus palabras
dichas o escritas.
Me atrevo a enfrentarme
a mis prejuicios y te mando
palabras de ánimo.
Mis letras teñidas de blanco
me suenan falsas, pero son
para tí, sólo para tí.
Y es que te quiero, amor.
Palabras de ánimo, aunque yo
esté destrozado, aunque mi
corazón ya repique
con la historia
de siempre...
  
Eres demasiado blanca
para colorearte de negro.
Eres, mi pequeñita, fuerte
y activa, como para languidecer
y penar tú sóla sin tenerme
a tu lado.
  
Pero has pensado por los dos,
tu mente ha ido más rápido
que la mía y te has clavado
un puñal, sin saber que yo
estaba detrás contigo
apartando tu pelo,
pasando mis yemas
por la tersura
de tu carita de niña,
metiéndote mano...
  
Noto ahora el filo
salir de mi pecho
y desangrarme
envuelto en noche
y lluvia poco a poco
con la sangre reseca
que sale de los sucios
poros de mi corazón,
unas veces inmovil,
otras retumbando
en la caja y ensordeciendo
todo lo demás...
Y es que te quiero, amor.
Salgo a la calle, cojo el coche
y me pierdo en la carretera
sin importarme rodar
por encima de los charcos
y joderle la vida a los
viandantes.
Acelero para huir
de este sufrimiento,
pero conduzo
suave, sereno, aún
inquieto.
Y apenas veo
por el cristal
con marcas
de parabrisas
tu imagen
que se aleja
y vuelvo
a pisarle
para que eso
no ocurra,
para poder
darte alcance
y envolverte
en mis brazos
como si fueran
una sábana
blanca.
  
Nadie sale esta noche
de lluvia ácida. Estoy
con la necesidad de
mantener el tiempo
ocupado.
No quiero seguir
durmiendo, no quiero
seguir pensando.
Me marcho a la calle,
voy al cine y te veo
en la gran pantalla,
porque no puedo
olvidarte, mi amor.
  
No te puedo perder,
porque te quiero
y me quieres.
¿Hace falta algo
más?
  
El ruido me confunde,
el tiempo es enemigo
y aliado.
Tu silencio rezuma
miedo, mi paciencia
me crispa los nervios.
 
Pero ya sé lo que es ver caer un árbol.
Ya sé lo que es recoger las semillas
de un pequeño arbolito que murió
mustio y hacerlo resucitar y crecer
a su ritmo, pasito a pasito...
Y descansar juntos a su sombra,
besarte y abrazarte con seguridad,
con la fuerza de un árbol adolescente
que quiere hacerse mayor.
 
No seamos leñadores de este árbol, mi amor.
Nuestro fin no puede ser tu dolor.
Tu dolor es su dolor.
Tu dolor es mi dolor.
 
Quiero que mi esperanza alumbre de nuevo
el sol que revitalice los trozos caídos
de nuestro arbolito, que otra vez
necesita del agua de nuestra sonrisa.
No quiero morir a los pies de nuestra
plantita llorando, penando por causas
ajenas, mutilado por la tristeza
que nos causan los árboles talados
del negro bosque.
 
No eres así. No eres verdugo de algo
que empezaba a relucir y ser bonito
como la copa de un joven almendro
un día de primavera después de la lluvia
de mayo caída.
 
En tí está la vida del arbolito dañado.
A sus pies sigo esperándote. Yo ya
he enterrado mis frutejas podridas
que son mis rencores, mi rabia,
mi enfado y mi impotencia.
Ahora te toca a tí venir a regarlo
conmigo, a hacerlo levantar
y crecer, y crecer, y crecer.
 
Y es que te quiero, amor."