sábado, 31 de diciembre de 2011

¡ FELÍZ GATO NUEVO 2012 !

Oh, la, la...la vida: ¡ FELÍZ GATO NUEVO 2012 !


¡ Felíz gato nuevo !

Todo tenía un comienzo hace justo un año. La inspiración arrinconada en mi mente comenzó a fluir derramada en el tapíz blanco de este pequeño y humilde espacio que, poco a poco, se ha ido haciendo grande gracias a todos vosotros.

En estos, más o menos, 365 días he descargado todo mi amor, toda mi ira, que ha sido mucha, todo mi odio, toda mi frustración, toda mi alegría, todo mi humor, toda mi rabia, toda mi esperanza...Hasta llegar a mi renacimiento: Todo mi optimismo, todo lo negro que empezó a ser gris hasta convertirse en blanco.

He muerto y he resucitado, he sido ceniza negada a apagarse, más bien resurgir y salir de tierras movedizas subiendo y emergiendo de las profundidades hasta sacar la cabeza, luego el cuerpo, hincar la rodilla y levantarse.

El gato nocturno ha sido testigo de un raudal descontrolado de emociones, sensaciones, sentimientos...El gato nocturno se gestó para mí sólo, como animal solitario que sale a vagar en la noche, pero os ha encontrado en el camino, lo habeís mirado, lo habeís medido y hasta lo habeís acariciado.

En este blog hemos descargado sobre temas como la amistad,
ese balón de oxígeno que nos distingue del resto de seres vivos, que es el epicentro de la facultad de lo social, aquello que nos hace diferentes. La amistad, esa gran mentira, ese balón de aire fresco del que dependemos para respirar, para evolucionar. La amistad, ese oxígeno envenenado que te hace exalar dióxido.

La amistad es otra forma de amar, es aquello único e irrepetible entre dos personas, es aquello que se cuenta con los dedos de la mano y que dura para siempre y se extingue cuando somos simples moléculas y nuestro cuerpo hace ya años abandonó nuestro alma y reposa bajo la losa fría.

La amistad, ese círculo con salida, esa glorieta de vaiven, ese crisol de promesas que nunca se cumplen, ese ramo de necesidades cubiertas que marchitan unas flores mientras otras se mantienen frescas por un instante, unos meses, unos años...

Hemos hablado del amor, hemos dicho que es aquel cometa que aparece en el cielo y que cuando aparece se presta a pedir un deseo que, a buen seguro, siempre se cumple. El amor es aquello que nos da la vida, como la amistad, es la suprema relación social, el gas más noble que nos embauca y nos anula, nos aplana, aquello que inhibe nuestras neuronas por un tiempo definido sólo por el destino.


Hemos dicho que el amor no existe, hemos dicho que el amor entre dos desconocidos son piezas de dos puzzles de temáticas diferentes, hemos dicho que sólo existe el amor cuando ves el cometa, sólo cuando aparece y lo reconoces y te reconoce como algo único, un sólo segundo en el reloj de Dios.

Existe el amor filial, existe la amistad, existen los eclipses, existen los cometas, existen las excepciones, pero como norma no existe el amor, porque el amor ha sido comprado por Adam Smith y su maquinaria manejada por cerditos con frac y sombrero de copa.

He vomitado, como vomitan bolas de pelo los gatos, los amores frustrados. Atrás quedó la dama negra que tiñó mi vida de oscuro y las adjuntas rameras que, como secuelas de un pasado perpetuado en un reciente presente quedaron en el campo de batalla que abandoné con mi armadura oxidada en el camino de rosas muertas y espinadas, hoy una capa negra que sobre mis hombros espera que la dama blanca deslice con sus finas manos y haga caer encima de la roca en derredor del arroyo de piedra, el lugar a donde van los enamorados felices que un buen día vieron un cometa o una estrella brillar en el firmamento.

Hemos osado a tocar los engranajes de la maquinaria apenas engrasada del petroleo que escasea. Hemos hablado de los padres del miedo, la causa de la infelicidad. He denunciado al Tío Sam y a sus secuaces, pero también he condenado a las ramitas del árbol podrido del miedo, las grandes empresas, las medianas, las pequeñas, al Presidente, Gerente, Director, Manager, Jefe, jefecillo o encargaducho que siembra el pánico y sus amigos y amigas de negro: El pesimismo, la desesperanza, la envidia y todas esas sensaciones negativas que alimentan con savia negra las hojitas que emanan de esas ramas, multitud de hojas: Trabajadores, productores.

La envidia, esa pequeña putita que hace caer las hojas de este árbol marchito que cuelga boca arriba en un mundo que se ha quedado al revés.
La envidia es la hermanita mayor sabionda que de todo sabe de todo entiende, es la excusa para hacer mal y destruir allí donde otros quieren construir y edificar. Recuerda, amigo, que en los pisos superiores de un gran rascacielos regente el motor del miedo del que cuelga la palanca de cambio, la palanca a la que jamás acceden los que quieren alzarse en su nube, levantando montañas de arena blanca, pués ya se encargan los matones de retener todo sueño de pensamiento, aborregando a las masas por medio de un sistema educativo anacrónico y socializador cuyo fín último es quitar las herrmientas de tus manos para construir allí donde otros destruyen.

Hemos hablado de cómo nuestra educación está configurada para hacer que todo siga igual, igual que hace ya unos cuantos añitos, allá por los tiempos de la Revolución Industrial.

Tenemos un sistema educativo desfasado en el tiempo, que hace que el motor de esta desengrasada maquinaria permanezca al relentí. Tenemos, pués un sistema educativo perdido, como una niña en un bosque oscuro de madrugada. Ese bosque hoy lo vemos con los retorcidos y negros troncos de los árboles podridos y sin flores, pero ya comienzan a surgir brotes verdes en forma de camisetas que se revelan contra la lechuza, marquesa del bosque sombrío.

He imaginado el final de este mundo, he sobrevivido a este final cuando el onírico cielo rojo ha cubierto, masacrado y asesinado a una multitud y ha escogido a los constructores de un nuevo mundo.

"Cuentos en el Pinar" ha rescatado aquellos relatos cortos que escribía cuando por las noches trabajando en el mundo de la seguridad escribía frente al ordenador.

A mis compañeros que quedaron arriesgando, no sólo sus vidas, hipotecando su tiempo y su destino, les dediqué el más exitoso de mis artículo: "La Seguridad". En él, denucié la penosa situación de un sector tan necesario en un mundo amenazado por el miedo como es la seguridad privada, complemento inexcusable de la seguridad pública.

"Poeta como tú" ha sido la sección que ha recuperado algunas de las muestras de mi humilde poesía, esa que sale del corazón y que hace que las manos trabajen solas mucho más rápido que el cerebro.

Mis poemas han sido el más fiel reflejo de como he escupido a la vida todo su amargor y he tragado el dulzor de mi renacer. Mis poemas han dejado filedignamente testimonio de como los secuaces del miedo han pasado delante mío sonriendo y ajustando sus guantes de cuero negro, de como las mentiras han agujereado mi corazón maltrecho y de como este se tiñó de una gruesa costra de odio al otro, de asco a una sociedad a los pies de una cinta transportadora. Finalmente, están siendo testigos de mi resurgir, del ave fénix que se prepara para batir sus alas y volar hacia Neverland, el País de Nunca Jamás, el lugar del que quizás ahora ya cuando la cana aconseja al pelo que se erige fuerte, es el lugar del que nunca debimos salir.

 

Y finalmente, me quedo con el optimismo, con este incipiente renacimiento que, gracias a un ángel, ha hecho de este año loco un conglomerado de sensaciones, de emociones que, por fín, son positivas.

He comprendido que "La felicidad es la ausencia de miedo". He entendido, finalmente, como todo, hasta la vida, tiene su explicación. He sabido que, en ese bucle desordenado, hay pequeños destellos de luz y que muchos destellos de luz, iluminan la oscuridad y tiñen de blanco tu negrura para, definitivamente, alzarse en el cielo que empieza a amanecer en forma de cometa.

Entonces tú decides: Dejar la vida pasar o pedir un deseo. Yo, he escogido lo segundo, pedir un deseo, el deseo de ser felíz.

Y para ser felíz, como decía la anterior cita de Eduardo Punset, hemos de perder el miedo, que es el que nos agarrota y nos impide ser libres. La libertad, esa piedra preciosa que debes guardar con ainco antes de que te sea arrebatada, es el sendero en donde romper con tus cadenas, morir, para poder renacer.

En cuanto al futuro de este blog, el futuro del gato: No lo sé.

He rizado el rizo de la vida con todas estas y muchas otras temáticas que he ido tocando a lo largo de todo un año. Aún quedan unos días para decidir su destino, el cual pasa por morir y constituirse en forma de libro o saltar más allá, a las redes sociales y darlo a conocer a la gente que, como vosotros, habeís creido en mí y me habeís animado a seguir escribiendo.

A todos vosotros os deseo, pués...



¡ FELÍZ GATO NUEVO !




viernes, 23 de diciembre de 2011

" EL CABALLERO BLANCO VESTIDO DE NEGRO "

Poeta como tú: "El caballero vestido de negro".



" EL CABALLERO BLANCO VESTIDO DE NEGRO "



" Cuando un río de agua clara se infecta con tan sólo una mota de polvo
y en el teatro de sombras chinas las manos se mueven sin una luz que
distinga el significado de aquel baile sin sentido ni armonía, entonces
es que el caballero de cándido corazón, se ha tapado con su negra capa
y ha cabalgado huyendo del sol que le dé la vida, del calor que lo resucite
de sus miedos, de sus redes, de su reloj sin minutero y sus noches solitarias.

Cuando tu fuego se sofoca con la armazón que me protege, echo de menos
el olor a carbón que arde, funde mi acero y hace volar como un fuego fatuo
los reproches y excusas que lo han forjado y atornillado haciendo imposible
a la princesa que llora a orillas del arroyo que fluye muerto por el amor
que nunca tuvo, el amor de un muerto que vive de blanco y muere de negro
cada mañana, al amanecer cuando sale del nido y suelta violentamente su mano.

Cuando el caballero volvió al campo de batalla, llegó sin espada, tan sólo
vestido de negro y guardando su alma. Repelió todo bicho viviente, se encogió
sobre si mismo cubierto de azabache, mientras resistía los golpes de aquellas
rameras quienes quisieron cubrirlo tan sólo de su pasión, tan sólo de sus caricias,
tan sólo de su cariño...¡ Malditas traidoras ! ¡ Prometisteís no volver a hacerme
daño !

Ha muerto vivo, pués el caballero huye por el camino iluminado en sentido contrario
hasta no distinguirse en la lejanía, disipándose su negra figura en la noche y su blanco
candor a la llegada del alba en el campo de batalla que sólo él imaginó y al que acude
cuando la vida le sirve el postre envenenado de la oportunidad, la oportunidad de
desvanecer el pedregoso paisaje, derrumbar las abruptas montañas, resquebrajar
el suelo embarrado y caer al vacío de lo dulcemente desconocido, al foso acolchado
de la calidez de los abrazos que te cubren el pecho sin aprisionarte y te reblandecen
hasta fundir el cruento metal con el torrente que fluye con fuerza hacia tu destino, no
otro que el despertar cegado por la luminosidad de un nuevo día, de una nueva vida
al lado de otro blanco corazón que sepa perdonar la hostilidad del caballero
que se escondía bajo la negra capa que lo protegía sólo de si, sólo de si mismo.






Y a la llegada del arroyo de piedra, el caballero y su princesa, dejaron sus blancos vestidos
posados en una roca y se bañarón juntos a la luz del amanecer que le dió la vida..."

lunes, 5 de diciembre de 2011

UNA PARADA PARA PODER SOÑAR

Cuentos en el Pinar: "UNA PARADA PARA PODER SOÑAR".



Era pronto, a primera hora de la mañana del domingo.

En el vagón de metro había tan sólo cuatro personas sentadas, más o menos, próximas entre si.

El chico joven iba espatarrado en su asiento escuchando música a todo volumen. El anciano lo miraba con ambas manos sobre su bastón.

Al lado derecho un hombre apoyado sobre el reposabrazos miraba en otra dirección, pero bien se percató que aquella mujer se había fijado en él.

Una chica joven, la más distanciada de todos ellos, toqueteaba la pantalla de su teléfono móvil una y otra vez, una y otra vez, pareciera desesperada por decir algo con las manos, una y otra vez...

El tren se detuvo en mitad del tunel unos minutos y se miraron extrañados.

Durante sólo un segundo, todos se observaron.

Y el chico observó la cara de mala uva del señor mayor, quien pensaba en cómo decirle que bajara el dichoso volumen de su reproductor de Ipod, pero pensaba también en los magacines de la tv por tarde, en las reyertas callejeras de la gran ciudad, en la pérdida del respeto con el paso de los años y de las nuevas generaciones....

No obstante, el chico bajó el volumen; tal vez se dió cuenta de que quizás le molestaba al anciano.

De lo que no se dió cuenta es de que el señor mayor le correspondió con una leve sonrisa, ni de que la chica joven del fondo lo observó con interés, mientras secaba las lágrimas de sus ojos y mejillas, de las cuales corrían los restos del pegote de rimel.

Y en ese mismo instante, aquel hombre se fijó en la señora, quien bajó la cabeza levemente escorándola al otro lado descubriendo su cuello de cisne adulto. Y ella pensaba en que la vida podría regalarle algún día un  nuevo motivo para ser felíz, mientras él pensaba en cómo sería su vida con otra persona.
Al renaudarse la marcha, el tren llegó a la estación, haciéndose la luz, rompiendo con la envoltura que da la oscuridad, como la noche cuando aguarda para nosotros sueños que creemos irrealizables.

Entonces el chico y el hombre se levantaron cruzándose las miradas el uno hacia el otro.

Y con esa mirada, mientras de reojo se despedían en silencio de su destino, inmediatamente parecieron compadecerse el uno del otro.

Por no haberle dado una oportunidad a la vida, por habernos puestos barreras al amor, por haber interpretado un personaje cuya máscara esconde historias, momentos como estos, quizás irrepetibles hasta la próxima estación, en la que el tren vuelva a detenerse y a sumirnos en sueños inalcanzables para la razón y al alcance de la mano de nuestras emociones enjauladas por barrotes de papel, el papel que nos han otorgado en esta obra dramática que es la vida que algunos han escrito para nosotros, como un musical sin melodía, como una comedia sin risas, como un sueño del que quisiéramos nunca despertar, sencillamente porque es un sueño bonito...




sábado, 3 de diciembre de 2011

EL PELO NEGRO Y LA CANA BLANCA

Cuentos en el Pinar: "EL PELO NEGRO Y LA CANA BLANCA".



" Érase una vez una cana y un pelo negro en una cabeza.

El pelo negro le dijo a la cana:

- No sé por qué pretendes quedar por encima de nosotros.-

A lo que la cana le respondió:

- Hijo, mío. Yo ya estaba en esta cabeza antes de que tú llegaras, te pido un poco de respeto.-

El pelo, furioso, le espetó:

- No te he visto antes.-

- O quizás ya he hablado contigo y no has querido escucharme - argumentó la cana.

- Oye, listillo. Algún día seré fuerte y vigoroso, ese día me posicionaré por encima de ti y todos ignoraran tu blanco porte - Continuó pelo negro.

- Estate tranquilo, vivirás más; hazme caso.-

De repente, una gigantesca mano emergió de las profundidades, abrió sus enormes dedos como si cinco aviones militares tomaran posiciones cayendo en picado, rascando la cabeza y haciendo caer a pelo negro."