viernes, 23 de diciembre de 2011

" EL CABALLERO BLANCO VESTIDO DE NEGRO "

Poeta como tú: "El caballero vestido de negro".



" EL CABALLERO BLANCO VESTIDO DE NEGRO "



" Cuando un río de agua clara se infecta con tan sólo una mota de polvo
y en el teatro de sombras chinas las manos se mueven sin una luz que
distinga el significado de aquel baile sin sentido ni armonía, entonces
es que el caballero de cándido corazón, se ha tapado con su negra capa
y ha cabalgado huyendo del sol que le dé la vida, del calor que lo resucite
de sus miedos, de sus redes, de su reloj sin minutero y sus noches solitarias.

Cuando tu fuego se sofoca con la armazón que me protege, echo de menos
el olor a carbón que arde, funde mi acero y hace volar como un fuego fatuo
los reproches y excusas que lo han forjado y atornillado haciendo imposible
a la princesa que llora a orillas del arroyo que fluye muerto por el amor
que nunca tuvo, el amor de un muerto que vive de blanco y muere de negro
cada mañana, al amanecer cuando sale del nido y suelta violentamente su mano.

Cuando el caballero volvió al campo de batalla, llegó sin espada, tan sólo
vestido de negro y guardando su alma. Repelió todo bicho viviente, se encogió
sobre si mismo cubierto de azabache, mientras resistía los golpes de aquellas
rameras quienes quisieron cubrirlo tan sólo de su pasión, tan sólo de sus caricias,
tan sólo de su cariño...¡ Malditas traidoras ! ¡ Prometisteís no volver a hacerme
daño !

Ha muerto vivo, pués el caballero huye por el camino iluminado en sentido contrario
hasta no distinguirse en la lejanía, disipándose su negra figura en la noche y su blanco
candor a la llegada del alba en el campo de batalla que sólo él imaginó y al que acude
cuando la vida le sirve el postre envenenado de la oportunidad, la oportunidad de
desvanecer el pedregoso paisaje, derrumbar las abruptas montañas, resquebrajar
el suelo embarrado y caer al vacío de lo dulcemente desconocido, al foso acolchado
de la calidez de los abrazos que te cubren el pecho sin aprisionarte y te reblandecen
hasta fundir el cruento metal con el torrente que fluye con fuerza hacia tu destino, no
otro que el despertar cegado por la luminosidad de un nuevo día, de una nueva vida
al lado de otro blanco corazón que sepa perdonar la hostilidad del caballero
que se escondía bajo la negra capa que lo protegía sólo de si, sólo de si mismo.






Y a la llegada del arroyo de piedra, el caballero y su princesa, dejaron sus blancos vestidos
posados en una roca y se bañarón juntos a la luz del amanecer que le dió la vida..."

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